Para Julio Cortázar la historia comienza así :
Lo vi llegar por primera vez subiendo la Rue Cabrone en París, lo traían fresquito de un garage y cuando me enfrento le vi la gran cara roja, los ojos bajos y encendidos, un aire entre retobado y entrador, fue un simple click mental y ya era el Dragón y no solamente un dragón cualquiera sino Fafner, el guardián del tesoro de los Nibelungos, aquella tarde estaba demasiado preocupado con los problemas que iba a plantearme el Dragón en materia de palanca de velocidades, alto y ancho muy superior a mi ex Renault, pero me parece claro que obedecí al mismo impulso de defender a los que el orden estatuido define como monstruos y extermina apenas puede. En dos o tres horas me hice amigo del Dragón, le dije claramente para mi cesaba de llamarse Volkswagen y la poesía como siempre se mostró puntual por que cuando fui al garage donde tenia que instalar la placa definitiva y ademas la inicial del país donde vivo, me bastó ver al macánico pegándole una F en la cola para confirmar la verdad; desde luego que a un mecánico francés no se le puede decir que la letra F no significa Francia sino Fafner, pero el Dragón lo supo y de vuelta me demostró su alegría subiéndose parcialmente a la acera con particular espanto de una señora cargada de hortalizas.
Lo vi llegar por primera vez subiendo la Rue Cabrone en París, lo traían fresquito de un garage y cuando me enfrento le vi la gran cara roja, los ojos bajos y encendidos, un aire entre retobado y entrador, fue un simple click mental y ya era el Dragón y no solamente un dragón cualquiera sino Fafner, el guardián del tesoro de los Nibelungos, aquella tarde estaba demasiado preocupado con los problemas que iba a plantearme el Dragón en materia de palanca de velocidades, alto y ancho muy superior a mi ex Renault, pero me parece claro que obedecí al mismo impulso de defender a los que el orden estatuido define como monstruos y extermina apenas puede. En dos o tres horas me hice amigo del Dragón, le dije claramente para mi cesaba de llamarse Volkswagen y la poesía como siempre se mostró puntual por que cuando fui al garage donde tenia que instalar la placa definitiva y ademas la inicial del país donde vivo, me bastó ver al macánico pegándole una F en la cola para confirmar la verdad; desde luego que a un mecánico francés no se le puede decir que la letra F no significa Francia sino Fafner, pero el Dragón lo supo y de vuelta me demostró su alegría subiéndose parcialmente a la acera con particular espanto de una señora cargada de hortalizas.
Allá por mayo de 1982, partió junto a su segunda
esposa, la también escritora Carol Dunlop, con quien emprendió un viaje rutero
de 33 días de París a Marsella. Se subieron a su Kombi VW, y no salieron de la autopista. El relato de ese viaje lo pueden leer en
el libro “Los Autonautas de la Cosmopista”, una bitácora de su aventura, narrada por la Osita y el Lobo.